Cuando no esté Lola (o María, Esther, Juan,…)

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Lola tiene 76 años. Siempre ha sido el apoyo de su hijo, sordociego. Os recomiendo encarecidamente este documental. Esta es su sinopsis:

“José María Pendón es un malagueño de treinta y nueve años con sordoceguera que, desde los once, no ve ni escucha nada. Vive sin reloj, sin móvil, sin redes sociales y en una situación de aislamiento extrema. Su madre es su única forma de contacto con el entorno. Lola tiene setenta y seis años y lo acompaña de forma incansable desde siempre. Ahora mismo en España no existe ninguna alternativa para que las personas sordociegas puedan tener una vida independiente cuando sus familiares mueran o no puedan hacerse cargo. ¿Qué pasará cuando no esté Lola?”

Pues eso, ¿qué pasará cuando no esté Lola?

Es curioso utilizar el término de dar “visibilidad” a las personas con sordoceguera pero no queda otra. ¿Cuando tu familia ya no está o no puede atenderte que se puede hacer? Ya solo la situación de aislamiento en la que viven ambas personas te llega a estremecer. No puedo ir al cine por qué no veo, no puedo escuchar música por qué no oigo, no puedo ver la cara de mi madre, no la puedo oír, ni puedo oír el ruido del viento, ni ver las hojas en otoño…Pero tengo a mi madre, Lola.   

¿Qué pasará cuando no esté Lola?

No llores José María. Dentro de tu infortunio has conseguido encontrar el amor pleno de una madre. Cuando ella no este, esta sociedad velara por ti. Ya sabes, te enviaran a una residencia de ancianos donde no existe un personal preparado para ayudarte a no sentirte solo: te sentirás ciego, sordo e incomunicado.

Por suerte en este país hay un centro dedicado a ello, CREADO POR LAS PROPIAS FAMILIAS. Esta en Sevilla (Santa Ángela de La Cruz) y su labor es encomiable para tratar de ayudar a estas personas tan vulnerables. Luchar toda una vida para conseguir la autonomía de estas personas y procurar que desarrollen todo su potencial al máximo debería de ser una prioridad de una “democracia solida”. Quizá con un poco de lo robado por los representantes de nuestras instituciones se conseguiría financiar más centros y más personal para tratar no solo este tipo de discapacidad, sino muchísimas otras que en la mayoría de los casos son financiadas casi en su totalidad por los bolsillos de sus seres queridos.     

Cuando a Lola todos le decían que este es un niño tonto que tiene que estar encerrado en una habitación por qué no sirve para nada no tenían ni idea del valor de muchas madres, de su tesón y fuerza.

De la sociedad y su administración no esperes nada.