“El dinero hace dinero”, soberbia humana

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Mientras millones de trabajos se pierden y muchas personas compran en el supermercado lo básico, las fortunas de los grandes millonarios no han hecho más que crecer durante la pandemia.

Fuera de nuestras fronteras pero con un negocio muy lucrativo en nuestro país, Mark Zuckerberg (Facebook)  aumentó su patrimonio en un 46,2%, Jeff Bezos (Amazon), un 30,6% y Elon Musk (Cofundador de PayPal, Tesla Motors, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company, Neuralink, y OpenAI), un 48%.

Es España ha sucedido algo similar con los de siempre: Amancio Ortega (Inditex) ha aumentado su patrimonio 8.651 millones, Florentino Pérez (ACS) aumenta su fortuna en un 41%. Rafael del Pino (Ferrovial) no se queda atrás, un 40%. Pese al hundimiento de la bolsa el patrimonio en acciones de estos megaricos ha aumentado en unos 14.000 millones de euros. Juan Abelló, Alicia Koplowitz, Alberto Palatchi , la familia Roig, todos se han puesto las botas con la crisis del coronavirus.

Mientras todos los españoles se han endeudado a nadie le entra en la cabeza como es posible que, por ejemplo, Miguel Fluxà Rosselló, dueño de la cadena de hoteles Iberostar haya aumentado su fortuna en un 50% a pesar de la crisis turística que se avecina. Es muy difícil de entender con una economía totalmente paralizada durante estos meses como estos personajes han ganado semejante cantidad de dinero.

¿Cómo lo han hecho para seguir acumulando riqueza en medio de esta situación?

“El dinero hace dinero”. Un par de casos.

 Lo de Amazon está muy claro, Si los Gobiernos obligan a cerrar los pequeños negocios este gigante de las ventas online (con la infraestructura adecuada) se ha puesto las botas. La política de Amazon, según su dueño, no era ganar dinero sino abarcar mercado. Para sacar beneficios ya llegaría el momento adecuado. El Covid 19 le ha venido de perlas. Con Mercadona más de lo mismo. Tiendas de barrio cerradas por falta de rentabilidad, aumento de la venta online por el miedo inculcado en la población a salir de casa, lineales de productos más vacios de lo habitual pero con aumento de los precios disimuladamente.   

Si a todo esto le añadimos los esfuerzos de estímulo sin precedentes por parte de gobiernos y bancos centrales la ecuación es perfecta. Una deuda que no la van a pagar ellos pero de la que se han beneficiado sin ningún tipo de escrúpulo.

Y no solo los multimillonarios. Hay expertos corporativos que  han sido compradores importantes de las acciones de sus compañías a la baja, una muestra de confianza en que la crisis pasará para ellos pero con millones de empleos menos. No es su problema. Si además añadimos que muchos agentes hipotecarios de los ricos buscan préstamos respaldados por “bienes raíces” (los bienes raíces son aquello que por su naturaleza no se pueden mover, denominados inmuebles, más o menos) para ayudarlos a pagar otras deudas, invertir en negocios y recuperar otros activos. Y ganar más dinero con la desgracia de los demás, sin ningún tipo de miramiento. La lógica que se persigue es “pescar en rio revuelto” sin importar quien se ahoga por el camino.

¿Alguna solución a esta injusticia?

Esto no parece tener un final. Mientras los políticos siguán el juego de estos megaricos de dividir a la sociedad el futuro no es predecible. Los analistas sugieren varios caminos: pueden producirse revueltas sociales duramente reprimidas para que todo siga su curso. Posiblemente habrá un alineamiento social nunca visto hasta ahora, (como alienación se denomina el proceso mediante el cual un individuo se convierte en alguien ajeno a sí mismo, que se extraña, que ha perdido el control sobre sí).

El experimento está teniendo más éxito del que ningún sociólogo se hubiera imaginado jamás. Es muy gracioso oír decir al presidente de un país “que estamos luchando contra un enemigo invisible”.

Las cifras nos demuestran que no es tan invisible como nos quieren inculcar. El enemigo no es un virus, es la soberbia humana.  

Ángel Fernández.