Rostro de piedra, gélida mirada

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Fue este capitán muy ualeroso, hijo de yndio particular y pechero yndio Chinchay Suyo. Otros dizen que fue Conde Suyo, pero fue muy ualleente hombre. Dizen que fue por trayción a matar al ynfanteYllescasYnga. Del pellexo hizo tanbor y de la cauesa hizo mate de ueuer chicha y de los güesos antara y de los dientes y muelas quiroguallca. Esto pasó en la ciudad de Quito adonde auíadexado su padre GuaynaCapacYnga.

Felipe Guamán Poma de Ayala

NinanCuyuchi murió en la ciudad de Tomebamba momentos antes que su padre, Huayna Cápac, a quien escondió su agonía con la intención de mostrarse digno. Desconociendo el estado de su hijo, el inca en su última voluntad lo hizo heredero del trono; fue también su mandato designar a Atahualpa regente de Caranqui. Huayna Cápac no partió de este mundo sin cumplir el juramento que le había hecho a la madre de Atahualpa, su amada Paccha Duchicela.

En Cuzco, Huáscar apresuraba a los orejones para que lo nombrasen emperador siguiendo la línea de sucesión; no obstante, el clan de sus hermanos paternos Manco Inca, Topa Hualpa y Paullu Topa -hijos de otra concubina- quedó inconforme. El novel soberano descubre una serie de conjuras que le sirven de pretexto para ejecutar a los príncipes, sus esposas y sus vástagos por sugerencia de Rahua Ocllo, madre suya y de Ninan. Desconfiado, demanda la inmediata presencia de Atahualpa. Sin embargo, Chalcochímac, tío de Paccha, aconseja al shyri desistir de la orden. Paccha y Chalcochímac temían por la vida del regente.

Luego del intercambio de mensajes y de la muerte de los emisarios de Atahualpa, tienen lugar las primeras escaramuzas. Huaminca Atoc, general de las tropas de Huáscar, llevó la ventaja en un inicio; con todo, no pudo hacerles frente a las fuerzas combinadas de Chalcochímac, Quizquiz y Rumiñahui. Atoc halló la muerte en Mulliambato merced a un ataque nocturno ideado por Chalcochímac. Huáscar reacciona enviando nuevas huestes al mando de Huanca Auqui. Auqui huye en su primera batalla y pierde Tomebamba. El tercer general huascarista, Tito Atauchi, pierde Piura.

El soberano cuzqueño lamentaría para siempre haber asesinado a Manco Inca, Topa Hualpa y Paullu Topa: sin ellos a su lado nunca tuvo consejo de guerra. No ocurrió de tal modo con Atahualpa Yupanqui y Duchicela, pues Chalcochímac vio la oportunidad de levantar al norte luchando junto al hijo de Paccha. Quizquiz y Rumiñahui también jugaron papeles de importancia, el primero gracias a su arrojo, el segundo debido a su demencia.

Rumiñahui, llamado Pillahuaso en la cuna, se consideraba un bastardo entre los incas a pesar de ser hijo de Huayna Cápac y NaryAti, princesa de Píllaro. Rumiñahui fue el primogénito de Huayna Cápac, no así NinanCuyuchi, a quien le llevaba al menos ocho años de ventaja; creció amando a su hermano y único benefactor, Atahualpa; dio rienda suelta a su odio para con los incas durante la guerra: decapitó, desolló y torturó con el beneplácito del shyri; después del triunfo en Mulliambato tomó la costumbre de castigar a los vencidos colgándolos de los tobillos para arrancarles las entrañas… Quizá fuese por ello que Huayna Cápac lo descartó como heredero del mundo; quizás el inca viera, horrorizado, cómo su hijo dejaba a los pies de Nary las alas que arrancaba a los curiquingues, las vísceras que extraía de los cuyes, las cabezas hediondas de los tapires que cazaba. No; un niño así no puede gobernar, un niño sanguinario debe doblegarse aún si aquello implica negarle sus derechos.

Creció Pillahuaso azotado por sus tutores como un soldado más, temeroso de su padre, con el rostro de piedra y una gélida mirada, esperando el día en que pudiese beber la sangre de sus enemigos. El único honor que recibiría de Huayna Cápac terminó de podrirle la cabeza. Fue en su lecho de muerte que el inca le reveló cuál era su destino: «Pillahuaso, hijo mío, estoy muriendo. La enfermedad que me mata la trajeron los forasteros que vienen de más allá del mar. Desconfía de ellos. Quédate en el norte. Ninguno de tus hermanos sobrevivirá: son débiles. Tú serás el último. Quémalo todo. Mata a todos. Destruye Quito antes de permitir que la saqueen. Tienes mi permiso para cortar cabezas, arrancar pellejos y colmar de dolor a cuantos te hagan frente. Protege a Atahualpa. Lléname de orgullo, Pillahuaso, el mayor de mis hijos, mi general». El inca dejó de respirar fundido en un abrazo con su primogénito. Aquel día Rumiñahui[1] lloró por última vez.


[1] Rumiñahui, del kichwa rumi: piedra, y;ñawi: ojo.

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