“Donde dije digo digo Diego”, compendio sobre la idiotez

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Por Angel Fernández.

No hemos nacido idiotas, hemos nacido dentro de una sociedad donde nos hacen idiotas. Como cualquier otra cosa se puede aprender a no serlo.

La idiotez no forma parte de la condición humana sino que es un comportamiento aprendido. Hay políticos que siguen calificando a los no idiotas fuera del ámbito social ya que para ellos la sociedad empieza a existir a partir de su cotización en las urnas. Tampoco es momento ahora de discernir sobre del componente social que siempre ha existido dentro de la idiotez, pero si cabe destacar la eficacia y funcionalidad del trabajo realizado por ciertos políticos sin más recursos que los de los propios ciudadanos.

La austeridad se nota pero aun refuerza mas la honestidad y la desnudez de un mensaje directo y justo: no nos vamos a subir los sueldos excepto si llegamos al poder. Como decía el filosofo “el conocimiento lleva a la destrucción” de uno mismo, y desde luego no estamos en unos momentos para grandes utopías, no.

Cada día pienso que vivimos en un mundo donde la burocracia ralentiza- sino detiene- cada movimiento de los emprendedores sin padrino, donde se suprime sin pena al que molesta mientras el poder se desgañita por devorar el futuro. Desde un punto de vista intelectual, la sociedad pagara un precio bastante alto por la gran envergadura que está llevando el aumento de la idiotez. La democracia no nace de un estado de derecho, sino de la apelación a unos principios éticos, y por lo tanto políticos: libertad, justicia, sueldos dignos para todos (no solo para los políticos), y en nombre de la mayoría manteniendo a raya a los intereses imperantes.

Las elecciones nunca pueden ser consideradas más importantes que los propios electores a no ser que a estos electores los hayan vuelto idiotas. A muchos políticos y a muchos intelectuales de este país les falla su cultura política democrática. De ahí la intolerancia, el insulto, y, lo que es peor aún, ese repentino cambio cuando llegan al poder.

Yo creo, a mi modesto entender, que ya va siendo hora de que se traten ciertos temas en los medios de comunicación – virtuales o no- de cómo nuestros “políticos” (es decir “profesionales”) toman el pelo al personal y se enriquecen a su costa, de que la política, que yo más que convencional la llamaría de “profesionales” ( o también “expertos”), es una forma privilegiada de robar, y , además, legalmente, ojo, en muchos caos, de que las ideologías, de todo tipo y color no son más que una escusa, una tapadera (dicho técnicamente “una coartada) para acceder al poder, conquistar el poder. Y lo más curioso de todo es que los sueldos de nuestros políticos me recuerdan a ese país donde se ataban los perros con longanizas sin acordarse de que estas eran, y son, escasas para una gran parte de la población.

Recuerdo que Bélgica estuvo durante más de un año y medio sin gobierno y el país no paro de crecer como nunca lo había hecho. De esto apenas se habla en los medios políticos (o de “comunicación”). Resulta también curioso que un país como Suiza el desempeño de un cargo público dure seis meses y es optatorio. Además de organizarse por cantones (algo así como pequeñas provincias) para los políticos de alto nivel el cargo es siempre irreelegible.

Sin embargo en los países donde desde el poder fomenta la idiotez se ha creado una “clase política”. Con la llegada de la democracia parlamentaria han accedido al poder personas amigas y la política se ha convertido en un modo de vida. Un ganar pan a base de saquear el bolsillo del prójimo cada vez con más saña. Al principio eran uno, luego eran dos, y ahora son clases enteras. Y llega un momento que la sociedad no puede soportar la carga de todos estos parásitos. En el país de los idiotas el estado le devuelve al contribuyente su IRPF con seis meses retraso y no le da ni un solo euro de interés, pero nosotros le debemos cinco días de demora y ya nos representa un 20% de recargo. Pero claro hablar de todo esto resulta altisonante, y ya se sabe, “el que se mueve no sale en la foto”.

Y si tanto hablan de abrir las puertas de los ayuntamientos a los ciudadanos, porque no proponen referéndums – aunque sea de manera digital- sobre subida de sueldos, modificación de tasas, partidas para cultura y deporte y a quien se las dan, ayudas y actividades a la “INCLUSIÓN” de discapacitados, etc. Pero claro, que vas a pedir en un sistema donde comprar es un acto político, y donde nuestro dinero tiene el poder y nuestra moral no cuenta en absoluto.

Sin embargo creo que aún estamos a tiempo de crear y articular una democracia adulta no hecha para idiotas porque nos estaremos equivocando si desde nuestro “radicalismo desmoralizado” sic. no llegamos a cuestionar la eficacia de este sistema manipulado de antemano. Creo que es hora de hacerlo, de que nos sintamos todos los ciudadanos responsables de hacerlo, y que participemos a causa de la vergüenza (que se que muchas personas de base de los partidos sienten) del despotismo de estos líderes que tenemos. Hay que desenmascarar la hipocresía, repito, hipocresía, y si no nos creemos capaces de conseguirlo seremos cómplices con nuestro silencio.

Saludos.