Fotografía: «El Sub Taquero» by oswaldo is licensed under CC BY 2.0
Señores,
“El alzamiento zapatista hizo que aumentara el precio de la sangre indígena mexicana. Ayer valía menos que un ave de corral; hoy su muerte es la condición del préstamo de ignominia más grande de la historia mundial”. Subcomandante Marcos. México, febrero de 1995.
Rafael Sebastián Guillén Vicente, alias “Subcomandante Marcos” se constituyo en el ideólogo y principal líder del grupo armado mexicano Ejército Zapatista de Liberación Nacional o EZLN. A diferencia de otros movimientos armados latinoamericanos, el EZLN gano una fuerte autoridad en la sociedad civil mexicana. En cierto momento llego a tener connotaciones místicas: hundía sus raíces en el esoterismo indígena, unas raíces que son profundamente democráticas.
Todos somos Marcos
La rebelión Zapatista supuso un antes y un después en la lucha por los derechos de los indígenas en México. A su cabeza había un hombre con la cara tapada por un pasamontañas, el Subcomandante Marcos. Para el gobierno mexicano era muy importante desenmascarar a Marcos. Difundió supuestas identidades que el Subcomandante siempre negó. El uso de la fuerza por parte del gobierno solo genero mayor desconfianza en la sociedad e irguió todavía más la figura del líder insurgente. Desde los años 60 y el Che Guevara no se veía algo así: un guerrillero que se convirtiera en un icono mundial. Los zapatistas eran conscientes que la historia tiende a repetirse, que la guerra desencadena una espiral de violencia que seguramente nadie gane y con un coste de vidas muy elevados. En esos años el gobierno negó siempre enfrentamientos con los guerrilleros. La realidad fue otra: violaciones de mujeres, ajusticiamiento de civiles simpatizantes con el movimiento, ejecuciones con escuadrones de la muerte,.. eran el pan de cada día. Los zapatistas, en lugar de llamar a las armas, se dedicaron a la movilización de los mexicanos y del mundo entero. Solo la presión internacional podría detener la masacre. En medio de todo esto surgió Marcos: El pasamontañas, la pipa y su prosa lo convirtieron en un líder mediático.
La solidaridad internacional no se hizo esperar. Chiapas se convirtió en un imán para los que veían una causa justa en el movimiento.
Después de 20 años mucha gente se pregunta qué fue de Marcos.
El siempre manifestó que no era su intención convertirse en un símbolo. Hubo mucho de improvisación en toda esta historia. En su libro «Marcos, la genial impostura» los periodistas Bertrand de la Grange y Maite Rico, “exploran el pasado de Rafael Sebastián Guillén Vicente, a quien el gobierno de Ernesto Zedillo reveló, a principios de 1995, como el verdadero rostro tras el pasamontañas. Marcos aún lo niega”. En este libro se narra su infancia en Tampico, sus estudios de filosofía en la universidad, su admiración por el Che Guevara y sus viajes a Nicaragua y Cuba. En 1984, con otros compañeros, se adentro en la selva de Chiapas para hacer la revolución. En la selva la trasformación del marxismo al indigenismo fue inmediata.
En 2001, Marcos vivió su momento culmen, cuando viajó de Chiapas a Ciudad de México para ratificar un acuerdo con el gobierno en pos de consagrar los derechos de los indígenas. Centenares de extranjeros acompañaron al subcomandante y a sus compañeros en el recorrido. Más de un millón de personas los aclamaron en El Zócalo del México DF. Uno de los presentes era José Saramago. Nada de eso llego a buen puerto. Después llego el repliegue y el olvido.
En 2003 volvieron a la escena pública con su propuesta de los Caracoles y el buen gobierno. Hasta hoy.
Invisibilización mediática
En una entrevista publicada en 2008 se consideraba «pasado de moda», la izquierda política estaba en la capital y Chiapas quedaba muy lejos. Además los medios terminaron de darle cobertura: su imagen ya no vendía en un mundo cada vez más globalizado. El mismo Marcos declaro “»El atractivo reside en el símbolo, no en uno… porque el misterio, la máscara, atraen todo eso que también fue cultivado por los medios». Por eso el silencio: el símbolo se había convertido en más importante que el mensaje.
Hoy el Subcomandante Marcos tiene 63 años. Ahora se hace llamar Subcomandante Galeano o Subcomandante Zero. Sus últimas palabras han sido: «Así que hemos decidido que Marcos deje de existir hoy».
Quién sabe. Para muchos Marcos sigue fumando su pipa en las montañas de Chiapas.