Batracomiomaquia, parodia a las guerras (antes de Cristo)

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Los poemas épicos o la épica sin más, es un género muy antiguo donde se narran en tono grandilocuente los hechos legendarios o ficticios, las hazañas de héroes y las batallas en las que han participado.

En la Antigua Grecia tenemos “La Iliada”; de los romanos, “La Eneida”, en la Edad Media el “Cantar de Mio Cid” (España) o “Cantar de los Nibelungos” (Alemania).

El objetivo era elogiar la grandeza de la batalla.

En la época de Alejandro Magno (356-323 a.c. aprox.) o quizás un poco posterior, en la época de Ptolomeo, apareció un poema épico que parodiaba todo esto. Es alucinante, como ya antes de Cristo, un autor concibió la guerra como algo absurdo y sin sentido.

En principio, Batracomiomaquia se atribuyó a Homero, pero parece ser que el autor es desconocido. Es una pena, porque este poema ha caído en el olvido.

El poema narra la batalla entre ranas y ratones. Como en todas las épocas y todas las batallas, las tensiones entre los dirigentes y los pueblos desencadenan las desgracias.

El ratón Hurtamigas, hijo de Roepán (rey de los ratones), y el rey de las ranas, Hinchacarrillos, se encuentran a orillas de un estanque.

Hinchacarrillos invita a Hurtamigas a su palacio, pero mientras van por el agua del estanque, una serpiente los toma por sorpresa y Hurtamigas se ahoga. Semejante ratonicidio no puede ser pasado por alto, y Roepán, rey de los ratones, creyendo que Hinchacarrillos ha ahogado a su hijo, le declara la guerra a las ranas.

Tratándose de un conflicto entre ratones y ranas, se puede pensar que los dioses no van a tomar partido en el asunto, sin embargo, Zeus toma parte activa en el desenlace de la batalla. Convoca a los dioses, y entre todos se pretende que la guerra tenga una culminación neutral.

Este texto es una divertida parodia de las batallas épicas; pero lo que ha convertido a este poema en un clásico, es al profundo antibelicismo que rezuma. Si una guerra entre ranas y ratones nos parece absurda, quizás es porque cualquier guerra, al margen de quien combata, ya es absurda per se.

Afortunadamente, ahora tenemos el periodismo, pero no escribimos poemas elogiando las batallas. Supongo que, en cierto modo, aquello, eran las crónicas de la época.