Depredadores de setas en La Maragatería

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Hace unos pocos días la Guardia Civil incauto 1.320 kilos de níscalos en la localidad ribereña de Langa de Duero, en la provincia de Soria. No son pocas las incautaciones que se realizan durante la temporada de setas en Castilla y León. Normalmente son grupos organizados, muchos de ellos de nacionalidad extranjera, que operan con furgonetas y venden su producto a almacenes de frutas o similares. Pero no son los únicos.

También están los que tratan de sacar un pequeño partido y salen al monte en busca de los “preciados boletus”  para vendérselos al restaurante de mengano, vete a saber tú. No suelen ser muy voraces, al menos no todos.

Hay otro tipo que es el dominguero que aunque parezca menos dañino, lo es y mucho. Asusta la ausencia de remordimientos, de complejos o del sentido del decoro cuando se arremangan y se ponen sobre el terreno a llevarse el mayor número de setas para casa. Desde siempre el sentido común nos ha aconsejado un consumo moderado de setas y, éticamente, salir al monte pensando que eres el único al que le interesa la micología es demostrar una absoluta ignorancia de que a veces, con determinadas actitudes, se falta el respeto a los demás. Ustedes se preguntaran a que viene todo esto. Y a eso iba.

Como casi todo el mundo sabe, la cantidad de setas que uno puede recoger en un día no puede exceder de tres kilogramos. Además hay que respetar una serie de pautas si te agrada esta afición, porque eso es lo que es o debería de ser.

Hay días en los que uno se indigna, especialmente cuando te encuentras con el Alcalde pedáneo de un pueblo con mucha afluencia turística de la Maragatería, y ves con asombro el maletero de su todoterreno lleno de cestas con níscalos. La cosa es que me dejo un raro malestar: no solo ya el hecho de llamarles la atención y se rieran en tu cara diciéndote que eran cuatro personas (en realidad dos niños y dos adultos, y aún así las setas que llevaban en el maletero excedían con mucho los doce kilos); eso hasta es entendible en gente con una soberbia fuera de lo común. Quizá sea difícil explicarlo y habrá quien no lo comprenda; pero creo que alguien en su posición debería de dar ejemplo por el cargo público que ostenta. Lo grave es que te hablaba con la convicción de que él tenía razón y de que tú eres el imbécil.

Pero no sé por qué me extraño. Hace años me paso lo mismo – en ese caso eran lepiotas-  con un exconcejal del ayuntamiento de Astorga asociado al sector de los embutidos. También iba acompañado de sus hijos y con el maletero hasta arriba de setas. Se ve que los políticos de provincias utilizan un mismo método para “la educación sobre el medio natural” de sus hijos aunque pertenezcan a partidos antagónicos.