El principal enemigo del capitalismo es el propio capitalismo

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“Sin entender de economía no se puede hablar de política. Después cada cual tiene sus puntos de vista”.

Esta es una frase que podría suscribirla Marx pero es de un antiguo director que tuvo The Economist, el evangelio del liberalismo económico mundial. Ya hace años que este medio lleva ununciando medidas que tomaran muchos gobiernos de los países desarrollados. Uno de esos avisos anuncia que los estados van a dejar de pagar las pensiones ya que estas son demasiado altas y la gente no está dispuesta a pagar los impuestos necesarios para financiarlas. De alguna u otra manera, el estado de bienestar va a ser desmantelado sin prisa pero sin pausa, poco a poco, suavemente.

Según los vaticinios de The Economist, la gente no quiere pagar por los servicios que les proporciona el estado y que las elecciones van a ser ganadas por los partidos que prometan bajar los impuestos. Además, el Estado va a limitar sus gastos eliminando prestaciones del Sistema de Salud, dará ayudas  a la vivienda sólo a la gente realmente sin recursos…  Muchos de los subsidios sociales que conocemos en la actualidad desaparecerán del mapa político y económico de cada país.

 Resulta un tanto curioso que esta prestigiosa revista sobre economía no mencione el aumento del gasto militar, las indemnizaciones millonarias a grandes directivos, el alto presupuesto destinado a los administradores políticos, las ayudas  a fondo perdido a la banca, etc.… Esta es la asignatura pendiente de medios que apoyan el capitalismo sin ningún tipo de miramientos. Pero hay que reconocerles una cosa: la gente no quiere pagar impuestos, especialmente si estos son muy desiguales en los diferentes estratos de la sociedad. La distribución de estos impuestos, según las teorías liberalistas, influye más en las rentas bajas que en las grandes fortunas, que para esta publicación, son los verdaderos generadores de empleo, y por ende, del bienestar de los ciudadanos. Resulta un tanto contradictorio con los vaticinios de una cada vez menos intervención del estado en el control de la igualdad social.

 Evidentemente estamos hablando de una publicación que apoya el liberalismo económico de manera clara y concisa: muchos de sus redactores y periodistas provienen de campos especializados como el FMI, los grandes bancos u organismos oficiales.  Sin embargo, siendo realistas, en el mundo capitalista en que nos movemos – inevitablemente- hay que tratar de contrastar diferentes puntos de vista para hacernos una idea de cómo se puede sustentar un estado de bienestar como el que vivimos en Europa. Políticamente el mundo es hoy mucho más difícil de lo que parecía hace años. Las alianzas entre los diferentes países están contra las cuerdas y los conflictos regionales van a ir en aumento. Vivimos un periodo de cambio económico que conlleva sus propias sacudidas políticas. Son los llamados daños colaterales del liberalismo.

Posiblemente, a pesar de la globalización, los conflictos civiles aumentaran según la brecha económica entre los distintos países aumente de la misma forma. No son casuales los conflictos actuales en países tan distintos como Colombia, Myanmar, Siria o Ucrania. Además, la corrupción aumentara en proporciones alarmantes.

Karl Marx tenía razón

Karl Marx pudo haberse equivocado con el comunismo pero, en lo que se refiere al capitalismo, mucho de lo que dijo resultó ser correcto. Los efectos de las crisis financieras está dando la razón a las teorías del mayor referente del marxismo. La percepción de la revolución del capitalismo fue proféticamente acertada por este filósofo y economista.

No fue sólo sobre el hecho de que en el sistema capitalista la inestabilidad seria endémica y prolongada en el tiempo. Lo que Marx entendió a la perfección es cómo el capitalismo destruye su propia base social: la forma de vida de la clase media. Lo estamos viendo hoy en día y lo veremos con mayor profundidad en los próximos años.

Las compañías e industrias se crean y se destruyen de manera incesante por la innovación y robotización de los sistemas de trabajo, mientras que las relaciones humanas se disuelven y reinventan en formas novedosas de manera virtual.

Los defensores del capitalismo argumentan que le ofrece a todos los ciudadanos la posibilidad de prosperar para alcanzar unos niveles de vida aceptables. A medida que el capitalismo evolucionó -dicen sus defensores-, un número mayor de personas se beneficiaron de las diversas oportunidades. Según estos, todos podían llegar a ser clase media.

La realidad de lo sucedido

De hecho, en muchos países desarrollados, durante los últimos 20 a 30 años ha ocurrido lo opuesto. La seguridad laboral ha desaparecido, muchas de las profesiones y oficios del pasado han desaparecido y carreras que antes duraban toda la vida no son mucho más que un recuerdo del pasado.

Ahora, en realidad,  una “minoría puede seguir contando con una pensión con la cual vivir cómodamente y pocos cuentan con ahorros significativos”. La clase media que vaticinaba el capitalismo tiende a desparecer en beneficio de unos pocos potentados, y las clases trabajadoras cada vez tienen justo el poder adquisitivo para poder sobrevivir. Las desigualdades sociales han ido aumentando al unísono de un capitalismo cada día más liberal. Según el capitalismo ha ido avanzado, ha llevado a la mayoría de la gente a una nueva versión de la precaria existencia del proletariado del que hablaba Marx en las bases de su pensamiento.

Las distintas crisis financieras han profundizado la incertidumbre en la que tenemos que vivir. Si a todo esto le sumamos las consecuencias económicas que conlleva la actual pandemia, la ruptura de la sociedad será total.

La situación para muchos jóvenes es aún peor. Ni tienen futuro ni se le espera. Para formarse tienen que endeudarse, una deuda que difícilmente podrán pagar. El capitalismo está creando unas futuras generaciones sin salida, o que acuciados por su situación, pueden buscar salidas en enfrentamientos violentos contra este capitalismo tan salvaje.

Marx escribió en el Manifiesto Comunista: «todo lo que es sólido se desvanece en el aire». Este manifiesto era una observación asombrosamente visionaria de lo que nos va a tocar vivir. Que nadie piense que la ruina no pueda llegar en cualquier momento.

La revolución que necesita el capitalismo

Posiblemente muchos gobiernos caerán en los próximos años. No importa qué hablen sobre la necesidad de frenar el déficit, deudas de tal magnitud que jamás podrán pagarse. El resultado sólo puede ser más movimientos sociales, a una escala aún mayor y más violentos.

El capitalismo llevó a una revolución pero no la que Marx esperaba. En los principios del marxismo estaba la destrucción de la sociedad burguesa. Una vez desaparecido el comunismo, irónicamente, ha sido el propio capitalismo el que se ha encargado de ello.

Y cuando hablamos de medio ambiente, podemos afirmar sin ninguna duda que el capitalismo desregulado es el mayor enemigo del planeta. Los principales principios del capitalismo son la desregulación del sector privado, las privatizaciones del sector público, la austeridad y la reducción de los impuestos a las grandes empresas, que son incompatibles con la lucha contra el cambio climático.

Esperemos que nuestros políticos y la propia sociedad tome conciencia de ello. En Madrid ya sabemos que van por otro camino.

Ángel Fernández