La pandemia aumenta las grandes brechas históricas de la humanidad

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La pandemia que estamos viviendo desde el 2020, con las medidas restrictivas, el encierro, los cuidados, el temor al virus, las muertes y hospitalizaciones de personas cada vez más jóvenes, es asustadora.

Tal vez, la pandemia permita experimentar la sensación de que somos una sola humanidad, que lo que le pasa a uno puede pasar a todos, porque estamos todos enfrentando este virus, en cuarentena.

Empero, la pandemia aumenta las grandes brechas históricas de la humanidad, porque no enfrentamos el virus en las mismas condiciones, tampoco, son similares las condiciones en que enfrentamos la cuarentena, por las grandes diferencias económicas en que viven las personas en todo el planeta.

No todas las personas tienen un ingreso fijo, que les permite estar en cuarentena alimentándose y esperando que pase la pandemia. Además, la mayoría de las personas tienen que pagar un alquiler para vivir y la cuarentena, al no permitir trabajar, aumenta el estrés y baja las defensas, consecuentemente los deja más vulnerables al contagio. Asimismo, las condiciones de vivienda de unos son inversamente proporcional a las condiciones de vivienda de otros, impidiendo a que muchas personas puedan realizar actividades alternativas en sus domicilios, por la falta de espacio y de comodidades.

Eso refleja la fragilidad financiera de muchos países, que es real y la crisis económica afecta a los presupuestos de todos los hogares y en mayor medida a los más pobres ya que no cuentan con ingresos fijos.

En Suramérica, por ejemplo, el comercio informal representa un número significativo de empleos y las medidas restrictivas afectaron directamente a los hogares que dependen de esas actividades, que perdieron el derecho de salir a laburar y ganarse el pan del día, agravando más la situación de pobreza. Asimismo, es significativo el número de pequeñas y medianas empresas que tuvieron que cerrar, engrosando el ejercito de desempleados. 

Mucha gente está pasando por situaciones realmente difíciles, en estos momentos se pone en relieve las desigualdades de género: las mujeres son las más afectadas por el aumento de desempleo, la pobreza y la sobrecarga de trabajos no remunerados.

En este escenario de exclusión y pobreza ante las adversidades, las mujeres rurales, indígenas y afrodescendientes se enfrentan a mayores obstáculos para acceder a recursos productivos como el agua, la tierra, insumos agrícolas, financiamiento, seguros, capacitación, entre otros; a esto se suman diversas barreras que les dificultan comercializar sus productos, aumentando el riesgo de caer en la pobreza extrema.

Sin embargo, existen muchas personas, que se refieren de una manera romántica a la pandemia, porque la pandemia, vino a frenar los abusos en contra del planeta, del clima, de la naturaleza, del reino animal…No obstante, se olvidan de que adultos de todas las edades -incluidos los jóvenes- se están enfermando gravemente y muchos de ellos están muriendo en todos los países por la pandemia que está, indirectamente, preservando la naturaleza.

Existe una clara aceleración de la pandemia que está provocado un aumento en el número de casos en general y, por ende, un aumento en el número de jóvenes afectados también.

La población joven es la que está más expuesta al virus, en comparación con la población de mayor edad. Son los que están más activos, al ser la base de la fuerza laboral. Muchos forman parte del sector de servicios y desempeñan trabajos que requieren participación presencial. Además, es el grupo etario que no está siendo vacunado aumentando la situación de morbilidad y mortandad por la enfermedad.

Los hospitales están llenos, en los países emergentes y pobres los sistemas de salud están colapsando y el sufrimiento para los enfermos es grande, asimismo, para sus familiares y entorno.

La pandemia aumenta las grandes brechas históricas de la humanidad y los organismos internacionales no están implementando políticas universales, redistributivas y solidarias con enfoque de derechos, para tratar de paliar los estándares socioeconómicos de los más desposeídos. Urge un reforzamiento de las medidas existentes de protección social y la creación de nuevas medidas de protección social.

Las respuestas en materia de protección social deben articular las necesarias para atender las expresiones más graves de la emergencia como: garantía universal de ingresos, acceso universal a las pruebas sanitarias y a la atención médica, a los servicios básicos y a la vivienda, a la alimentación adecuada y a la educación; asimismo: salud universal, inclusión laboral, orientada a garantizar el ejercicio de los derechos de las personas mediante el fortalecimiento del estado de bienestar y la provisión universal de protección social.

A consecuencia de la pandemia y frente al aumento de la pobreza histórica que la humanidad arrastra, pienso que existe un gran desafío para todos los seres humanos, ya que la crisis sanitaria es global y sus diferentes impactos socioeconómicos evidencian un aumento de la pobreza extrema y reflejan cada vez más la desigualdad en el planeta. Entonces, estamos ante el desafío de la empatía y ante la obligación de pensar en un mundo mejor.

Pese a la vacunación a nivel global, las perspectivas de una vida normal, con abrazos y sin el uso de barbijo, a corto plazo siguen siendo muy inciertas.