The new circle of life: ley de residuos y SDDR

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Como docente, tengo en ocasiones el privilegio de mostrar al alumnado ciertas pinceladas de progreso recogidas de diversas experiencias en el mundo que aportan un paradigma de referencia, una realidad motivadora, un escenario perceptiblemente veraz en donde se puede apreciar cómo ciertos objetivos se pueden llevar a cabo. Desde que se realizó el Envase de oro en el programa El escarabajo verde de la televisión pública, cada año lo proyecto en la pizarra digital para que les ayude a conocer otros modelos en la recogida de residuos, en la reutilización y en el reciclaje que tiene además la calidad de mostrar incluso una perspectiva histórica realmente interesante. Son ya más de siete años desde que apareciera en nuestras pantallas y cada año surgen las mismas preguntas de los estudiantes con un tono molesto que no es más que la expresión de una preocupación: “¿Por qué no se hace aquí?”

Nueva legislación con SDDR

En este jueves 9 de diciembre se está produciendo en el Congreso un grupo de trabajo en el seno de la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico sobre el proyecto de la ley de residuos y suelos contaminados en donde las diferentes formaciones políticas debaten las enmiendas sobre esta iniciativa de economía más circular que contempla la implantación de un sistema de depósito, devolución y retorno, más conocido por sus siglas: SDDR.

Por dejar aclarado de manera sencilla este modelo, se explicaría que consiste en gravar con unos céntimos de más la compra de ciertos productos enlatados, embotellados y/o en vidrio. Este dinero actuaría como depósito por cada envase que es inmediatamente devuelto, de manera íntegra, en comercios, gasolineras, máquinas a la entrada de hipermercados… entre otros, cuando ya el envase se entrega vacío al haberse consumido el producto.

  Esta gestión ha resultado ser todo un éxito. Ya se aplica en más de 40 regiones del mundo y ha conseguido unos porcentajes de recuperación realmente altos. En los países escandinavos entre el 80% y el 95%. En Alemania, las cifras recogidas por Deutsche Umwelthilfe dejan el listón tan alto que pasa a convertirse en un ejemplo con un 98,5%. Entre las explicaciones a estos buenos números no cabe entender la voluntad desde una militancia, voluntarismo, iniciativa verde…. si queremos entenderlo es fácil: nuestros bolsillos. Cada envase recuperado es dinero y eso hace poner mucha atención en la devolución correcta. Si no se produce ese cuidado, siempre podrá haber alguien que sí lo haga y por tanto, aproveche esos céntimos de vuelta. Si pese a todo el consumidor ha querido no devolver pretendidamente el envase desechándolo por otro circuito, ese dinero ayuda a financiar este sistema selectivo. Como anécdota ilustrativa, se puede traer una experiencia de una entrañable compañera de profesión: Macarena, que contaba cómo en Suecia todo el material de envases de las bebidas de una fiesta casera eran dejadas a modo de “compensación” por los gastos ocasionados sabiendo que al día siguiente, esas botellas iban a producir un cupón con euros canjeables para ser gastados en una compra.

Efectos positivos de un sistema de recogida selectivo

Las consecuencias son, para el medio ambiente, muy beneficiosas al tener una calidad de balas de reciclaje realmente alta para ser reintegradas en nuevas creaciones y por evitar los vertidos incontrolados –littering– que tantos desastres medioambientales ocasiona en entornos como océanos y bosques cuya consecuencia está teniendo efectos terribles; no se puede pasar por alto que, ahora mismo, los envoltorios se han introducido en la cadena trófica porque muchos animales los ingieren. Pongamos por ejemplo los plásticos en el mar: estos no llegan a desaparecer nunca, simplemente se van haciendo más pequeños hasta que no son percibidos por nuestros ojos, pero este derivado del petróleo siempre permanece. Los excesos de haber plastificado tantos envoltorios para el consumo de muchos productos unido a la gratuidad de deshacerse de ellos en cualquier lugar sin penalización, ha provocado ya efectos desastrosos que necesitan ser corregidos  cuanto antes mejor. La compensación en la entrega con dinero ha producido una atención que ha evitado en los países de la implantación del SDDR, la dantesca imagen de abandono de residuos como latas, vidrios y plásticos. Nuestro país parece que ha necesitado muchos años para darse cuenta de lo eficiente que es este modelo que va a complementar el sistema de recogida de residuos. Las altas tasas de reciclaje ya obligadas por la UE para los próximos años van a requerir de un cambio que veremos si se está fraguando en la cámara representativa en este mismo momento.

Una última consideración al vidrio

Los metaanálisis sobre nuestro consumo deben ser policromáticos, desde varios puntos, para optimizar los procesos si queremos llegar a una verdadera economía circular. El recorrido del programa de divulgación ambiental al que se aludía al inicio, hace un repaso por nuestra historia común que muchos de nosotros hemos vivido, en donde se diferencia entre el coste del continente y del contenido. Efectivamente, no hace muchos años se retornaba el vidrio al que comúnmente le denominábamos “el casco” para descontar el precio de la botella que contenía el líquido que fuera. A día de hoy, todavía minoritariamente algunos establecimientos siguen recuperando el vidrio para reutilizarlo sin que llegue a un contenedor para que sea destruido y nuevamente creado. Según fuentes consultadas, el canal HORECA, acrónimo de hoteles, restaurantes y cafeterías, recupera solo el 18% de vidrio para su reutilización de los 6 millones de envases de vidrio para bebidas que se producen diariamente en nuestro país. En supermercados, aunque se paga un precio único por una botella de gaseosa, en realidad hay un coste productivo y por tanto, económico, que concierne al producto interior y al envase en sí mismo. Quizás es llamativo porque en los que ya tenemos una edad es una obviedad pero parece que ya está fuera de cualquier agenda mediática el plantearse si, una vez hecha todo el gasto en una botella de vidrio, coste económico y medioambiental, no merece la pena plantearse si es mejor destruirlo y hacer una nueva botella o bien continuar con los muchos usos que todavía podrían darse. Se dejan abiertas las consideraciones por lo tanto ante lo que el “rodillo” del modelo SDDR puede llevarse, sin plantearse que puede haber excepciones si con ello conseguimos menos impacto y por lo tanto reducimos nuestra huella medioambiental. Preguntarse si es más sostenible la reutilización o el reciclaje.

El alumbramiento de una nueva legislación nos puede marcar el camino y parece que esta implantación evitaría que 2.193 toneladas de botellas y latas acaben en la naturaleza cada año según Tragsatec, pero parece también sensato pensar que de cada una de nosotras y nosotros depende el mundo que dejamos a los que vienen, a los que están ya, haciendo bello aquel “porque fueron, somos; porque somos, seréis” habitantes de este planeta en toda su plenitud y mejor que el que os encontrasteis, en un “circle of life” que nos cantaron en El Rey León hasta encontrar nuestro gran legado en el ciclo, el ciclo sin fin.

Alejandro Lázaro Almorox

Agradecimientos por la resolución de las dudas a César Sánchez Lozano, Retorna.org