En pocas palabras, para que se entienda

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EEUU gano la guerra fría de un modo singular, pero no en todos los frentes; la gano económicamente arruinando a la Unión Soviética. Los americanos mantuvieron la carrera armamentística mucho tiempo después de que todos sus datos indicaran que los soviéticos desearan la paz; esto ya sucedía en la época de Nixon. Sabían que el crecimiento de los arsenales echaría por tierra cualquier posibilidad de construir una economía de paz, que era el gran deseo de los soviéticos. Sin embargo, EEUU siguió adelante con la guerra fría mientras imponía sus políticas sociales y económicas en todo el planeta.

Durante mucho tiempo se siguió considerando a los soviéticos “el imperio del mal” cuando ya se habían convertido en una debilitada potencia casi del tercer mundo, muy grande como territorio pero con una organización social en decadencia. Fue EEUU el que decidió que la Unión Soviética entrara en bancarrota. El desmoronamiento de la Unión Soviética no les hizo ningún bien a sus habitantes como tampoco al resto del mundo.

La política de EEUU hizo que el dinero borrara del mapa a todos los demás valores.  El capitalismo se adueño de todo Occidente, con una ideología empresarial presente en cualquier situación. De eso también se encargaron los distintos presidentes que ha tenido el Imperio, especialmente un tal Reagan.

Pasaron los años, la OTAN (ósea, EEUU) se fue extendiendo poco a poco a cada país que había pertenecido al antiguo Pacto de Varsovia. Por otro lado Rusia, que había sido abandonada a su destino, se encontró de repente con un antiguo espía del KGB, el diablo Putin. Este, que de tonto tiene poco (veremos a partir de ahora) se rodeo de unos acomplejados oligarcas amantes del lujo, las mujeres de tacón alto y toda esa parafernalia. Poco a poco, Rusia, o la Federación Rusa,  ósea, Putin y sus colegas, se empezaron a forrar con los dividendos que sacaba vendiéndole los hidrocarburos a países como Alemania, la locomotora de Europa, que ingenuamente cerraba sus centrales nucleares y térmicas de carbón preocupada por la sostenibilidad del planeta, o eso dicen.

Miles de dólares fueron llenando las arcas del Estado Ruso (y los bolsillos de los oligarcas) mientras la población rusa conseguía a duras penas llegar a fin de mes. El gasto militar siguió incrementándose y el deseo de volver al antiguo imperio de los Zares revoloteaba constantemente en la cabeza del antiguo (pirao) espía.

Mientras tanto, los EEUU (que tampoco tienen nada de tontos y que nunca son lo que parecen) empezaron a tener problemas con unos orientales de ojos rasgados. Cuestiones monetarias, dicen los expertos. La cosa tuvo su culmen con una tal Pandemia, en la que la inflación de los primeros se puso por las nubes, mientras que los de los ojos rasgados seguían a su bola.

El exespia, con cierta experiencia sobre incursiones militares (Chechenia, Georgia, Crimea, el este de Ucrania, la Wagner, Siria ..,) empezó a delirar, y engañado por unos y otros, decidió iniciar una guerra a gran escala, sin ningún tipo de escrúpulo, acusando a un país muy rico en recursos de ser un nido de nazis. Pensó que todo seria rápido, aséptico. Eso fue lo que pensó pero se equivoco.

Como acabara todo esto lo veremos con el tiempo. Personalmente, a veces, solo a veces, pienso que lo mejor sería apretar el botón y a tomar por culo todos; eso nos haría iguales finalmente.

Lo que está muy claro es que los ganadores de esta pelea se encuentran muy lejos de la zona de conflicto: unos en Oriente y otros en el puto oeste. De Europa mejor ni hablar, que vaya preparando la cartera.

Ángel Fernández.