Los ricos se van a rebelar

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Estamos en medio de una trasformación enorme de nuestra civilización. Esperar que ocurra de forma calmada y pacifica sería de los mas”ingenuo”. El mundo está dividiéndose cada vez más deprisa en tres: la sociedad del arado, la de la producción-venta en cadena y la sociedad digital.

En la mayor parte de los países el poder ya no reside ni en la tierra ni en la cadena de montaje, sino en la tecnología de la información y en el conocimiento. En los últimos años lo que preocupa es el terrorismo informático, algo a lo que es muy vulnerable nuestra sociedad actual. La revuelta de los ricos ya está entre nosotros. Pueden ser los pobres los que hagan más ruido pero vamos a ver sobre todo, paradójicamente, las revoluciones de los ricos que no quieren saber absolutamente nada de los pobres. Esto está sucediendo en muchos países europeos, en la América de Trump, en Chile (ejemplo del liberalismo), en países asiáticos como China e India.

La creación de elites sustituyendo al mundo agrícola, la diferenciación entre regiones (Cataluña es un buen ejemplo) con mejor rango económico, todo ello es fruto de un ansia de desembarazarse de la miseria. Las regiones industriales exitosas de China no quieren saber nada de las otras, en la India hay una elite supermillonaria que domina a cientos de millones de personas que viven en la extrema pobreza. El futuro ya está aquí, los tiempos van a ser difíciles y se van a empezar a ver muchos más conflictos violentos. El mundo va a ser mucho más inestable y las fuerzas políticas no van a saber responder pues estarán inmersas en lo inmediato y en sus intereses personales.

En un mundo marcado por las televisiones y la desinformación de las redes sociales lo que espera no es para ser optimista. Los sistemas políticos se están volviendo obsoletos, con conceptos de la era industrial en un mundo digital. El malestar es creciente entre la población más desfavorecida pero no se aproxima en nada al malestar de la alta sociedad. El Covid 19 lo ha desequilibrado todo: mientras ciertos gobiernos tratan que los efectos no los paguen los de siempre, las elites y las grandes fortunas hacen su agosto y encima protestan.     

Las reglas morales ya no tienen ningún tipo de importancia. Lo único importante es el dinero y el estatus que te da. De todas maneras, siempre puede existir un moralismo a través del escándalo: si un rey roba hay que publicarlo y condenarlo, si una muntinacional juega con el hambre de los ciudadanos (es increíble la subida de precios de los alimentos) se denuncia públicamente, con nombres y señales,.. Son los medios de comunicación los que deben de dar todas las noticias que hagan entender cuán peligroso es caer en manos de estas elites. El ciudadano, por su parte, debe de tomar conciencia y dejar de pensar “hago esto porque me conviene; de otro modo me destruyen”. Si todos pensáramos así la destrucción estaría garantizada. La gente está cansada de opiniones brillantes, hace falta algo más que ideas maquilladas de estética. De lo contrario no vamos a sobrevivir, y ellos, los ricos, lo saben.