Como meter 127 kilos de cocaína en Elcano y no morir en el intento

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Ha sido la noticia de la semana y muy pocos medios nos han informado de ella. Es lo que pasa cuanto tocas el tema militar en España: es un tabú.

No sé si los lectores recordaran el caso. Si no es así, vamos a refrescar la memoria.

En 2014, durante un registro en el puerto de Cádiz, fueron hallados 127 kilos de cocaína en el interior del buque-escuela de la marina española Juan Sebastián Elcano. En un principio fueron tres marineros los detenidos por el asunto.

Por lo visto la cocaína había sido embarcada en Cartagena de Indias (Colombia) en una de las escalas que realizo el buque durante su travesía. En la siguiente escala, en Nueva York, supuestamente (todo es supuesto cuando se trata de uniformes) los militares implicados entregaron alrededor de 25 kilos a otros narcotraficantes. Este caso fue ya investigado por los norteamericanos. El resultado fue la detención de seis marineros (brigada, cabo primero, tres marineros)  y el cocinero del buque. Dos de ellos ya han sido procesados por la pieza principal.

Sin embargo, en España, la juez togada militar ha archivado la causa contra estos seis militares pues dice “que se han practicado cuantas diligencias se han estimado necesarias para determinar la naturaleza y circunstancias»  de lo cual resulta, sin ninguna duda, que la cocaína iba a bordo pero que no existen indicios de que fueran los militares los que la introdujeran dentro del barco.  ¿Cómo?

Que quieren que les diga. Estamos hablando de que los estadounidenses dan por seguro la implicación de todos ellos en el asunto. Es la DEA, no cualquier otra brigada antinarcóticos.

Por otra parte, este buque es lo mismo que cualquier recinto militar: tiene su seguridad y se aplica la normativa militar como en cualquier cuartel dentro del territorio español. Alguien se imagina que esa misma droga fuera encontrada en el Regimiento Acorazado ‘Alcázar de Toledo’- por poner un ejemplo- y que ningún militar fuera el responsable del asunto.

Lo que demuestra la decisión de la jueza militar es que en este país no hay una sola justicia sino varias, y dependiendo donde se apliquen (ejercito, iglesia, monarquía, sociedad en general), tienen unas connotaciones completamente diferentes unas de las otras.

Haría falta, en fin, un giro muy profundo en nuestra sociedad para acabar de una vez por todas con los privilegios que ciertos sectores tienen frente al resto de los mortales. Quizá así se podría hablar de una democracia consolidada.