Familias Políticas

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Hoy voy a dedicar unas líneas a la parentela, a esas suegras, cuñadas/os y otras faunas que llenan nuestras vidas de cabreos varios unas veces, y de alegrías otras (cuando heredamos), que no todo va a ser malo.

Esto viene a cuento porque la Universidad de Michigan realizó un estudio en el que hizo un seguimiento durante 26 años a 373 parejas desde el momento en que se casaron.

Los resultados fueron, que aquellos matrimonios donde el hombre se encontraba más cercano a su familia política, tenían un 20% de probabilidades menos de separarse, mientras que en aquellas parejas en las que era la mujer la que estaba más pegada a la familia política, las probabilidades de separación aumentaban un 20%. Conclusión: ¡la suegra!

Al principio de una relación de pareja o matrimonio todo es idílico, o por lo menos, en la mayor parte de los casos (porque si no, no entra en cabeza humana comenzar una convivencia si estás permanentemente a la gresca). Muchas veces, para facilitar esa convivencia y por el amor que profesas al otro, sientes el compromiso de convivir con tu familia política más de lo deseable, ¿qué ocurre cuando esto se convierte en un infierno y sólo trae cosas tóxicas a tu vida? Lo más favorable es cortar por las buenas… pero eso no es tan sencillo cuando hablamos de la familia de una de las partes.

Mira que ya es difícil adaptarse a una convivencia, adquirir hábitos con otra persona, para que tener que lidiar con los allegados; pero es que la familia viene con el paquete.

Lucy Romero, una psicóloga mexicana y terapeuta de pareja con más de 30 años de experiencia en estos temas, recomienda conocer a la familia personalmente antes de iniciar una relación seria con alguien o comprometerse. Lucy, querida, tú no quieres unir parejas, tú quieres que no se unan, sin más. Si muchos de nosotros lleváramos a casa de nuestros padres a la ignorante presanada más conocernos y adquirir compromiso, saldrían por patas a la primera de cambio. Al fin y al cabo, una vez enamorados… apechugas con el lote.

Lo mejor es estar lejos y verlos de vez en cuando. Hay fechas inevitables como Navidad y aniversarios; y lo que toca es ser respetuoso, ponerse el chubasquero para que todo resbale y aguantar unas horitas estoicamente.

Yo reconozco que no me puedo quejar, mis dos suegras me han querido mucho y no me han chinchado nada, y no lo digo por si me leen, porque las dos están bajo tierra. Las que han sido más puñeteras han sido mis cuñadas. Afortunadamente, yo tengo una enorme capacidad para tomarme las cosas con humor, y pasármelo todo por el arco del triunfo. Pero hay veces que las situaciones cargan.

Había una anécdota estupenda que ilustraba muy bien esta situación: Una madre tenía dos hijos, un chico y una chica; y decía: “mira el marido de mi hija, que maravilla, le pone la lavadora, cambia a los niños y los lleva al colegio, hace las camas, friega los platos, ¡qué bien la trata! Que suerte de marido”. Y a continuación, decía de su nuera: “Que mala suerte hemos tenido con la mujer de mi hijo, él pone la lavadora, cambia a los niños y los lleva al colegio, hace las camas y friega los platos… ¡es una vaga!”. Al buen entendedor….

Entre las frases que he encontrado sobre las suegras, hay algunas bastante notables:

  • “Suegra, abogado y doctor, cuanto más lejos mejor” (tiene su tela)
  • “La casa ya labrada, la viña ya plantada, y la suegra ya enterrada”… (ole los cojones del que escribió esto).

También dicen que “el casado, casa quiere”.

Un día vi un meme en la pizarra de un bar que decía: “Tenemos cerveza fría como abrazo de suegra”.

Hay cosas que ya son difíciles ya de cambiar.