La pareja “socialista”

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Carolina Vives y Ximo Coll, matrimonio y alcaldes por el PSOE de Els Poblets y El Verger, se vacunaron la semana pasada después de recibir una llamada del centro de salud. En ese momento se encontraban tomando un aperitivo en una de las terrazas del municipio de El Verger. “Nos dijeron que habían sobrado siete viales y que fuéramos a vacunarnos” argumento el alcalde cuando le fueron requeridas las oportunas explicaciones.  Ambos fueron vacunados junto a cinco agentes de la Policía Local.

Ahora cada uno que saque sus propias conclusiones. No son ni van a ser los únicos “jetas” que actúen de esa manera. Ya de entrada llama la atención que ambos sean alcaldes  y matrimonio. A veces la realidad supera a la ficción. Seguramente pensaban que con ese gesto “ayudaban a dar una sensación de confianza, tranquilidad y seguridad a la ciudadanía”, como declara otro de los “jetas” –este del PP- que andan sueltos por las casas consistoriales de este maravilloso país.

«No vamos a dimitir; si hubiéramos prevaricado o cometido un delito, sí», han sido las palabras de la alcaldesa. Dimitir es un verbo que no tiene traducción en España y por eso apenas se lleva al uso. De entrada, lo mínimo que podrían hacer es pedir perdón a todos esos ancianos que abandonan los hospitales en coches fúnebres.  A continuación, como concejales que son de Sanidad de sus respectivos municipios (tiene cosa el tema), deberían de hacer una visita a alguno de los hospitales más cercanos y congraciarse con la cantidad de sanitarios que se encuentran en primera línea, y que todavía no han recibido la primera dosis de la vacuna.

Según la dirección del PSOE “se trata de casos “puntuales” que “no pueden empañar la labor que están realizando alcaldes, alcaldesas, concejales y tantos cargos públicos que están respondiendo de forma ejemplar a la responsabilidad política que les encomendó la ciudadanía en las urnas”. La verdad es que ya a nadie sorprende en absoluto este tipo de declaraciones ni de actuaciones.

Sin ir más lejos, en nuestro municipio, con una tasa extrema de contagios por Covid (727 casos por 100.000 habitantes) todavía nadie ha abierto la boca para pedir disculpas sobre la NEFASTA decisión de iluminar la ciudad esta navidades con Ferrero Rocher. Ni desde la alcaldía, ni el consejero de Turismo de la Junta de Castilla y León, Javier Ortega Álvarez, que animaba a votar y visitar nuestra linda ciudad (este al menos la llamaba ciudad), ni los medios de comunicación (otros que también tienen tela), ni los “ influencers”,  han dicho una sola palabra si el “Territorio Covid” en el que se ha convertido nuestra ciudad tendrá algo que ver con la marabunta de las navidades. A eso siempre se le ha llamado “callan como putas” –y que me perdonen las putas-.

Pero volvamos a la feliz pareja. Éstos, en vez de retractarse y pedir disculpas,  afirman que “los vecinos «saben quiénes son Ximo y Carolina”. Y si alguien no lo sabía, ahora les habrá quedado claro: un par de incautos, que en medio de un vermut, recibieron una llamada para inyectarles una vacuna “porque sobraban”.  Y “paya” se fueron los dos (siete), con un par. Algunos vecinos puede que ahora se pregunten si en un futuro, cuando un constructor o similar, se vea en la necesidad urgente de pedir una licencia o similar, y le sobren unos euros, nuestra feliz pareja no tenga ningún inconveniente en coger el sobre “porque sobraban”.  O cuando “palme” el abuelo o abuela de alguno de sus vecinos, estos últimos se acerquen a la terracita donde ambos toman el aperitivo a pedirle explicaciones de manera menos pacifica. Sobre todo esto algo también tendrían que decir los cinco agentes de la policía local.