Estudiar la gripe Española. ¿Qué pasara después de la pandemia por el Covid*?

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Muchos de los lectores han oído hablar de la famosa “gripe española”. Posiblemente pocos sepan cual fue el motivo por el que se le puso ese nombre. Cuando surgió esta pandemia, Europa se encontraba finalizando la 1ª Guerra Mundial. Los países participantes en la contienda no tenían ningún interés en airear la noticia de que una nueva enfermedad asolaba al viejo continente. En España, que no participo activamente en ese conflicto, los medios de comunicación sí difundieron la noticia. Con el tiempo, la pandemia fue recordada como “gripe española”.

Esta pandemia se extendió entre 1918 y 1920, y se cree que más de un tercio de población del mundo, que en ese momento contaba con aproximadamente 1.800 millones de habitantes, padeció la enfermedad. Exactamente no se sabe cuánta población murió pero se calcula que entre 30 y 50 millones de personas perdieron la vida.

La pandemia supuso un punto y aparte en el funcionamiento del sistema social y económico del mundo, incluso se impuso a las consecuencias de la 1ª Guerra Mundial.

Para hacer un análisis de lo que sucedió después de la gripe española y lo que puede suceder después del covid vamos a tratar de realizar una comparativa teniendo en cuenta cual era la situación en el pasado y que situación vivimos en la actualidad.

1921-2021. Entre medias, cien años de diferencia.

La medicina

En 1921 la medicina no se parecía a la actual ni por asomo. Como seria la situación, que los investigadores de la época pensaban que el responsable de la pandemia era una bacteria y no un virus. Sabían que se podía trasmitir de persona a persona, y que utilizar el distanciamiento social funcionaba de la misma manera que está funcionando en la pandemia que nos ha tocado vivir en la actualidad.

Por otro lado, que se produjeran tantos millones de muertes entraba dentro de lo previsible. Una guerra acababa de terminar, el mundo se encontraba asolado y los tratamientos médicos eran muy limitados. Para hacernos una idea solo hay que recordar que el primer antibiótico fue descubierto en 1928 (es el año en el que Alexander Fleming anuncia el descubrimiento de la penicilina) y la primera vacuna para la gripe en 1940 (Thomas Francis, Jr., MD y Jonas Salk, MD lideran las investigaciones en la Universidad de Michigan para el desarrollo de la primera vacuna). En 1940 también se pusieron a disposición los respiradores mecánicos de primera generación. Estos aparatos, como ahora todos hemos aprendido, facilitan la respiración de los pacientes que sufren complicaciones respiratorias.

Pero la gran diferencia con la situación actual era la inexistencia de sistemas públicos de salud, por no decir que hasta la propia sanidad era un lujo al alcance de unos pocos. Esto debería de servirnos para pensar cual importante es la sanidad pública, y que importante es también defender con uñas y dientes su permanencia en el sistema. De alguna manera, la pandemia de principios del siglo XX sirvió para tomar conciencia de ello, lo cual puede ser equiparable para que ahora hagamos lo mismo.

Cambios sociales: mayor protagonismo de la mujer

Una de las diferencias de las dos pandemias es que mientras la “gripe española” ataco a personas con edades comprendidas entre los 20 y los 40 años, el covid ha afectado con mayor virulencia a personas de avanzada edad. Posiblemente esto se deba a que la inmunidad se ha fortalecido con los años, o también porque se piensa que la enfermedad surgió en los campos de batalla para posteriormente extenderse por todos los estratos sociales cuando los soldados regresaron a casa. El caso es que al afectar en su mayoría a hombres de esas edades, lo que vino a continuación fueron unos cambios que perduran hasta hoy en día. No fueron unos cambios radicales pero si significativos.

Por un lado la mujer, como consecuencia de la pérdida de mano de obra masculina, empezó a asumir un mayor papel en la estructura social de trabajo. Fue la pandemia la que permitió un acceso al mercado laboral a la mujer. Ese mismo año -1920- en EEUU se aprobó el derecho al voto de las mujeres. Asimismo, la desaparición de hombres jóvenes, supuso un problema en los índices de natalidad y formación de familias.

En 2021 la situación es completamente diferente y por lo cual las consecuencias van a tomar otra dirección, hasta el punto de que desde ciertos sectores se piensa si esta pandemia no ha sido una manera de hacer limpieza en una sociedad muy envejecida. O al menos sus efectos.

Los países pobres, la sociopolítica y los sistemas de salud

Si en algo se asemeja ambas pandemias es que son los países pobres los que peor parados salen de esta situación. En 1920 el mayor número de muertes se dio en los países en vías de desarrollo. En la India murieron cerca de 17 millones de personas, mientras que en EEUU no llegaron a las 600.000 personas.

En 2020, si exceptuamos a EEUU, país con mayor número de víctimas – más por la ineptitud política de su presidente y por la desigualdad en su sistema sanitario que por la propia pandemia-, los verdaderos perdedores van a ser lo países pobres. Las cifras de muertes en estos países van a ser inexactas, serán los últimos en recibir las vacunas y duraran mucho más tiempo en tomar el camino de la recuperación económica.  

En todo caso, donde, a mi modo de ver, la pandemia va a reflejar si hemos aprendido algo del pasado va a ser en las medidas de cooperación internacional. Dejar atrás a los países con menores recursos no es una buena idea. Vivimos en un mundo globalizado, no lo olviden.

En 1923 al mapa del mundo se vio alterado por el resultado de la 1ª Guerra Mundial y los efectos de la gripe española. La situación pedía a voces una nueva forma de afrontar los problemas. Fue en ese momento cuando se decidió que quien tenía que tomar las riendas de la salud fueran los especialistas médicos, dejando a un lado a diplomáticos y políticos. Para este propósito se creó la Organización de la Salud en 1923. Posteriormente, en 1948, después de la creación de la ONU, paso a llamarse OMS (Organización Mundial de la Salud). El desastre de la guerra, que dislocó muchas cosas, dislocó también la manera de entender una pandemia como nunca se había conocido. Los problemas ya no solo eran de revitalizar una economía. Había que estimular la creación de un sistema de salud que abarcara a todas las capas sociales. Muchos países se pusieron manos a la obra y crearon sus propios sistemas de salud. Rusia fue uno de los primeros. ¿Por qué? Esto fue el resultado directo de la pandemia, de la gran cantidad de víctimas, de la falta de mano de obra, del elevado número de viudas y huérfanos. Los países se dieron cuenta que para un funcionamiento normal del sistema y no quedar encallados en las ruinas de las trincheras tenían que hacer todo lo posible por dinamizar y defender la salud de sus ciudadanos, cuidándose de futuras catástrofes.

La globalización

Para trasladar la situación vivida a principios del siglo XX con lo que nos ha tocado vivir los últimos meses hay que tener una gran capacidad de abstracción.

La realidad nos muestra que nadie está preparado para aceptar la verdad de los otros en una situación como la actual. Sabemos que esta pandemia surgió en China, y también sabemos que ha surgido en medio de una cruda guerra comercial entre EEUU y el país asiático. Ambos países han puesto a la OMS en un callejón sin salida: los norteamericanos restándole credibilidad, y los asiáticos impidiendo un estudio exhaustivo sobre el terreno a los investigadores de la organización. No vamos a hablar ahora de si es un virus trasmitido de animales a humanos, una guerra bacteriológica o un descuido de laboratorio. Nunca se va a saber.

Cuando surgió el SARS-CoV-1 (el hermano pequeño del actual SARS-CoV-2), China neutralizo desde el primer momento al virus e impidió que se convirtiera en pandemia. Según los informes, desde su surgimiento en agosto de 2003, el virus había infectado a 8.422 personas en una treintena de países​ y causado 916 muertes. Y no se supo más.

En esos momentos China ya dominaba comercialmente al planeta y no tenía ningún interés de que una pandemia arruinara sus ansias de expansión. La globalización se encontraba a toda máquina, el poder adquisitivo de los nuevos empresarios asiáticos no dejaba de crecer y muchos de sus clientes occidentales no hacían más que endeudarse en base a un consumismo desmesurado.   

Evidentemente esto supuso una deslocalización de muchas empresas occidentales que pusieron sus ojos en el gigante asiático. No era una labor altruista: los empresarios de todo el planeta buscaban beneficios y no les importaba fabricar sus productos a 10.000 kms. de distancia. Todo esto provocó una crisis sistemática en sus propios países: más paro, ciudades desoladas, sistemas de protección social en retroceso, nacionalismos extremistas. En fin, lo que sucede cuando se deja en manos del liberalismo más salvaje el funcionamiento de un sistema social, y especialmente, cuando este liberalismo sucumbe a la atracción de los “falsos comunistas”.  Este es el contexto en que ha surgido esta pandemia.

¿Cómo terminara todo esto?

Esa es la pregunta del millón, y aquí cada uno hace sus propias conjeturas.

Por un lado, puede suceder como con la “gripe española”, que quedo eclipsada por la propia guerra, pasando a los libros de historia como un acontecimiento más en el cuaderno de bitácora de la existencia humana.

También cabe la posibilidad de que los que nos gobiernan tomen nota, esta vez sí,  y determinen una mayor inversión en la prevención de este tipo de pandemias. Esto sería lo razonable.

Para los escépticos, la situación va a traer unas consecuencias ciertamente impredecibles. La oportunidad de negocio para las “pequeñas” y grandes empresas del sector sanitario es muy cautivadora. El control que los gobiernos pueden hacer sobre sus ciudadanos ha quedado muy claro. La imposición del dinero digital esta a la vuelta de la esquina. El control por puntos del “buen ciudadano” (como decía en un artículo anterior) no va a ser solo cuestión de los chinos. Las multinacionales tecnológicas copan todo el mercado, y la tienda de la esquina cierra por “quiebra moral”.

Por mi parte pienso que el experimento social ya se ha puesto en marcha. Lo que quizá no han tenido en cuenta es la tozudez de la voluntad humana. Y es que de esto se trata todo: los algoritmos o nosotros.    

Nos va la vida en ello, nunca mejor dicho.     

Ángel Fernández.

Nota: * Llamarle a este coronavirus “la covid” es muy cursi (que pretende ser fino, elegante y distinguido pero suele resultar ridículo, de mal gusto o pretencioso). Para la mayoría es el “puto Covid”. Eso suena mejor.