Moby Dick

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No queda apenas mar, pero él sigue saliendo en su búsqueda. Con cansada tenacidad arma barco, tripulación, y lleva todo aún más lejos, a través de la seca tierra, hasta la siguiente bahía. Está entumecido en su venganza, murmuran los que saben que el cachalote murió antes que su obsesión. Aunque la razón, en realidad, es otra. Una suerte de desesperada creencia: que mientras la busque, seguirá existiendo la ballena. 

Lorena Escudero

Microbios, Dendro Ediciones, 2020