¿Y después, qué?

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“La mariposa recordará por siempre que fue gusano.”

Mario Benedetti

Yo sé que después todo pasará, ya que todo se mueve en el universo, mismo que ahora duela. Dicen que el tiempo engulle todo lo malo, yo pienso que el tiempo, engulle lo bueno también. Otros dicen que el tiempo no existe, que es apenas un convencionalismo, una magnitud física con la que se mide la separación de los acontecimientos. Como sea, lo que importa es que todo pasará, mismo que se tenga que esperar un poco para que llegue el después…

Ahora, casi todos están perdiendo la capacidad de reír y de experimentar emociones auténticas. Todo se transforma, nada se pierde. Hasta la energía que generaba alegría. Aquella energía que nos hacía reír sin motivo, ya se transformó en el miedo al otro. Ese miedo que cohíbe los abrazos y no permite que brote una sonrisa para iluminar un rostro en una tarde cualquiera o la sonrisa que iluminaba una vida o dos…

Todo se transformó en otra cosa. Hasta los glaciales se están derritiendo. Es ilógico, pero los durazneros están en flor y ni empieza el invierno. Talvez, el norte se vuelva sur… Si eso se diera, todas las miserias del sur se trasladarán al norte. Será lo mismo, pero no será igual.

La verdad, es que ya nada es igual.  Creo que los proyectos altruistas, chocaron con la hipocresía, la mentira, con el consumismo, el capitalismo y, por eso se transformaron en frustraciones. Recuerdo, en ese momento, que el amor siempre dilacera, eso es igual.

Todo eso duele. Cada uno está tratando de sobrevivir, sin el otro, sin los otros. Sin darnos cuenta…En un mundo completamente desencantado. Y ni siquiera hay una buena música de fondo en nuestra existencia. Creo que no tuvimos tiempo para elegir nuestra canción. Solo por eso, nuestra vida no se parece a un largometraje. Porque falta la música de fondo.

¿Qué está ocurriendo? ¿Dónde se perdió la magia de vivir y soñar?

Tanta realidad abruma. Estamos inundados de tragedias. Las guerras siempre existieron, de verdad que nunca cesaron. Nadie decretó un año de silencio por la paz mundial. Entonces la guerra, existió todos los días de la humanidad, en algún lugar del mundo. En el planeta Tierra, ni siquiera en otro mundo, aquí mismo, jamás se logró la paz. Estuvimos siempre en ritmo de guerra, dejando la magia de vivir, arrinconada. Nos olvidamos de los silencios a cambio del sonido de explosiones… Pero ahora, además de la guerra con bombas, existe esa tragedia en dos actos: enfermar y morir.

La fatalidad, que conlleva a un desenlace funesto, no tenía como objetivo un efecto purificador en el espectador; por el contrario, tiene un efecto aplastador en todos los que estamos presenciando la agonía de amigos y parientes.

Cada día que pasa, hace que vivir sea una experiencia más y más aplastadora para todos.

Este es el baile de la vida que nos obligan a bailar. Cuando alguien se niega y grita pidiendo cambio, sencillamente, es acribillado en plena calle. Y nada… El baile sigue en su mismo ritmo. La vida recoge en silencio las lecciones en entrelíneas.