De Okinawa a Tokio, un viaje para la reflexión

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Al norte de la isla de Okinawa hay un pequeño pueblo llamado Ogimi. Este lugar tiene la peculiaridad de ser el municipio con la población más envejecida del mundo. Aparte de ese secreto japonés que dice “hay que levantarse de la mesa con un poco de hambre”  en Ogimi confluyen otras circunstancias especiales para que las personas sean tan longevas. Su dieta se basa en comer habitualmente cereales integrales, verduras, soja, tofu, algas kombu, clamares, pulpo, batata morada, goya (son como pepinos amargos). En resumen: una dieta baja en calorías, que contiene pocas grasas animales y apenas azúcar. Estos hábitos de vida les diferencian del resto del mundo.

Con estas premisas, iniciar un viaje a esta isla se convierte en un aprendizaje.

De que los japoneses son personas longevas es evidente. En la zona de embarque del vuelo Ámsterdam-Osaka la mayoría de los pasajeros son personas ancianas. Algún que otro turista pero en su mayoría japoneses jubilados que regresan de un viaje de vacaciones en Europa. Sorprende la vitalidad que muestran a pesar de su avanzada edad. Por delante tienen un vuelo directo de doce horas.

Osaka es la segunda ciudad más importante de Japón. Su aeropuerto internacional es un prodigio de la ingeriría. En Osaka hay que hacer un transbordo a otro aeropuerto para tomar el vuelo hacía Okinawa.

Mayo suele ser un mes muy  lluvioso en el sur de Japón. Es posible que durante tu viaje la lluvia y el viento sea algo habitual.

Naha es la ciudad principal de Okinawa. Toda la isla sufrió las consecuencias del final de la campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que murieron 260.000 personas en apenas tres meses de combate, la mayoría población civil.

Desde el aeropuerto a la ciudad lo mejor es utilizar un tren elevado. Hay pocos alojamientos para viajeros con mochila, cuesta encontrarlos. Puedes elegir el Hostel Base, suele ser un lugar tranquilo, con una buena biblioteca y donde nadie te molesta. Encontraras gente interesante en este lugar.

Para aclimatarte te puedes dar un paseo por algunos de los mercados de pescado que hay en la ciudad. Hay sociólogos que dicen que esta parte de Japón es la más olvidada y con peores condiciones de vida del país. Creo que están en un error.

En la planta superior de los mercados hay pequeños restaurantes donde comenzar a vivir tú experiencia gastronómica de la conocida como gastronomía Ryūkyūuna (琉球料理, Ryūkyū ryōri?).  En Okinawa se usa frecuentemente el  kombu para aderezar (o como ingrediente) la mayor parte de los platos gastronómicos de la isla. Para un occidental, con un buen afinado sentido del paladar, estos restaurantes son el lugar adecuado donde aprender de una cultura gastronómica que a simple vista parece muy rudimentaria pero que encierra toda una gama de matices tan ancestrales como la misma cultura japonesa.

Ogimi se encuentra al norte de Naha. Dan Buettner, periodista de National Geographic, se ha dedicado durante años a recorrer los lugares de nuestro planeta donde la longevidad es una característica especial. Ogimi la ha calificado como el lugar más emblemático de su estudio. Poco hay que ver si no es la tranquilidad que trasmite este lugar: personas centenarias cultivando sus huertos, un hombre de noventa años sobre una pista rudimentaria de críquet, un unico “restaurante” para comer donde se ve la esencia de Ogimi. Si tienes tiempo es recomendable pasar varios días en esta pueblo. Hay un solo alojamiento de carretera donde quizás seas el único huésped.

Hacia el norte puedes visitar uno de los acuarios más impresionantes del mundo. Es posible que durante el trayecto en autobús de encuentres con marines estadunidenses que no saben ni como se llama la isla donde está su base.

Para salir de Okinawa lo mejor es tomar un ferry a Kagoshima. Son veinte cuatro horas de soledad con el único acompañamiento del ruido de los motores del barco. La lluvia es incesante, el mar gris, los viajeros silenciosos. Tiempo para la lectura y la reflexión.

Kagoshima es apodada la «Nápoles de Oriente»  por el volcán Sakurajima, muy parecido al Vesubio. Desde su estación el destino hacia el norte es Hiroshima.

Actualmente Hiroshima, como la mayor parte de las ciudades de Japón, es una ciudad moderna que solo quiere olvidar su pasado. Es difícil encontrar a personas que te hablen del genocidio que sucedió el 6 de agosto de 1945.

EL Memorial de la Paz de Hiroshima, llamada también Cúpula Genbaku (原爆ドーム, Genbaku Dōmu) es la única, y mejor respuesta a ese maldito 6 de agosto de 1945. Cuando visites este edificio y el museo conmemorativo  comprenderás el sufrimiento por el que tuvo que pasar el abnegado pueblo japonés. EEUU tenía el conflicto en sus manos, se trataba de enviar un primer mensaje a Stalin, el segundo fue en Nagasaki.

Itsukushima es fascinante. A unos pocos kilómetros de Hiroshima. Templos sintoístas de una belleza increíble. Sutilidad japonesa.

Kioto, “Memorias de una Geisha”. Es el lugar preferido por muchas de las personas  que visitan Japón. El mejor medio para moverse es la bicicleta. Todos los lugares de Kioto son un punto y aparte. Es una lástima lo masificado que esta el turismo en Kioto, quien es quién para decir lo contrario. Aquí todo el mundo quiere hacer su negocio, empezando con los turoperadores, los grandes hoteles, las multinacionales que negocian el turismo a nivel mundial. A ver si el coronavirus ha puesto las cosas en su sitio, quien sabe.

El Monte Fuji es la imagen más emblemática  de Japón. Fujiyomina es el lugar ideal para alojarse si el viajero desea ascender a su cumbre. Una pequeña ciudad en la base de la montaña que conserva intactas, en la medida de lo posible,  las principales particularidades de la cultura japonesa. Tokio queda al otro lado del volcán.

Tokio siempre será el fin de cada viaje. La capital de Japón es un mundo aparte. En tu primer viaje te fascinara. Si vuelves de nuevo, habiendo conocido parte del resto del país, querrás salir de esa ciudad lo antes posible.

Japón tiene varias caras. La de Tokio es la menos amable.