Un año más la localidad turística de Magaluf, en el término municipal de Calviá (Palma de Mallorca), se ha llenado de jóvenes ingleses con ganas de desmadrarse.
Qué coño les importará una pandemia mundial con miles de muertos, qué les importarán los rebrotes…
Hooligans de la noche, sin mascarilla, sin respetar distancias, borrachos, destrozando mobiliario urbano, y subiéndose a los coches aparcados…
¿Qué les prometen los tour-operadores para llegar a estar localidad española a liarla como la lían? ¿Un “todo vale en Magaluf” a precio de saldo? Es de vergüenza. Desde luego, la reputación de Magaluf y Punta Ballena es de lo más negativa.
Parece que el balconing ha remitido, pero han tenido que morir jóvenes y quedar parapléjicos o tetrapléjicos otros cuantos para que esta actividad pare.
Hay empresas que ofrecen semanas de “todo incluido”: hotel, pensión completa + las copas de la noche por 300 euros, irresistible.
Magaluf es un sitio pensado prácticamente en su totalidad para satisfacer los gustos y necesidades de los turistas británicos. Los ingresos de los empresarios de la zona, en los meses entre junio y agosto en el término municipal de Calviá, son suficientes para acallar las quejas de los residentes. Vamos, que se jodan…
Un año más, la indignación de los vecinos ha vuelto a Magaluf. Pero este año, con mucho más motivo. Estamos inmersos en una pandemia mundial.
¿Tanto desmadre necesitan estos chicos ingleses?, ¿Tan reprimidos están en sus ciudades natales?, ¿Tanta mala prensa les ofrecen los touroperadores sobre los destinos vacacionales españoles?
A mí, francamente, me gustaría conocer la respuesta.