Colocados

Comparte

A lo largo de la historia los seres humanos hemos creído trascender a la conciencia, siempre hemos ido buscando la verdad y lo más profundo de nuestro ser, para ello hemos utilizado todo tipo de sustancias que alteran el sistema de percepción de la realidad. En algunas ocasiones se ha llegado a creer que las drogas tenían poderes espirituales y propiedades místicas.

Otros piensan que su valor es menos espiritual y su consumo eligiendo sustancias químicas que mitigan momentos particulares de dolor, consumen drogas para disminuir la ansiedad, y por supuesto para el tratamiento de diversas enfermedades graves como la depresión y la esquizofrenia. Muchos buscan un poder en su círculo social y las usan para su consecución.

El progreso y el desarrollo de nuevas sustancias lleva a que la infinidad de usos ha crecido, ahora mismo hay todo tipo de razones para su consumo y de una manera ilimitada.

Una correcta educación sobre el abuso de las drogas requiere mucho esfuerzo, hay mucho escrito sobre el tema pero suelen ser textos simplistas que no aportan nada, pues generalmente anteponen sus convicciones morales y políticas en sus valoraciones. Un ejemplo claro es la gran controversia del uso y legalización de la marihuana, pues existen las posturas enfrentadas en una línea dura y otra completamente abolicionista al considerarla inocua, utilizando la excusa de terapeútica para su utilización sin restricciones.

Desde más de una década por parte de los diferentes grupos parlamentarios se han propuesto diferentes iniciativas que no han pasado de las comisiones mixtas para intentar llegar a un acuerdo sobre la regularización del cultivo, tenencia y consumo de cannabis en el territorio español, basándose en el aumento de las asociaciones cannábicas que han proliferado por todo el territorio. Dichas asociaciones se encuentran en un limbo “a-legal´, pues solamente el País Vasco y Cataluña formalizaron su situación con normativa que lo que ha ocasionado es un aumento del tráfico de drogas en el interior de las mismas, pues como bien es sabido en el dicho popular “dame la mano y te cojo el brazo´. Tras varias sentencias judiciales sitúan a la legalización de dicha sustancia en el punto de salida.

El control legal sobre las drogas ha sido una constante durante todo el siglo XX. El Estado español, junto con otros estados, firmó en 1912 en La Haya la Convención Internacional del Opio, el primer tratado internacional sobre el control de drogas. En el Estado español ya 1928 se empezaron a establecer sanciones administrativas para aquellas farmacias que vendieran sustancias estupefacientes al margen de criterios médicos. Posteriormente, la llamada Ley de Vagos y Maleantes sancionaba aquellas conductas públicas que resultaban socialmente inaceptables llegando a poder encarcelar a cualquier sospechoso, no de cometer un delito, sino de poder llegar a cometerlo en lo referente al consumo de drogas. Tales acciones legislativas contribuyeron a la creación de estigmas sociales y culturales en contra de las drogas, aun cuando su uso era, lejos de recreacional, terapéutico.

Pues el delito de tráfico de drogas tiene por finalidad luchar contra la difusión del consumo ilegal que afectan a diversas esferas, con la salud, pues el bien protegido, la “salud pública´ afecta a la convivencia social, generando tal cantidad de dinero que se mueve en la economía encubierta, siendo la solución única al Estado, y por supuesto a la política que es usada como elemento electoral, unas veces por la lucha contra el narcotráfico, y otras soltando prendas sobre su legalización.

Los diferentes Códigos Penales, desde el franquismo hasta la democracia, han ido definiendo las penas de prisión para traficantes que han ido fluctuando entre la mayor y menor represión en función de los momentos en que las relaciones (droga-delincuencia) se consideraban un estigma o una realidad. Sin embargo, en ningún momento la tenencia para el uso personal ha sido contemplada en el Código Penal o castigada penalmente.

Varios son los estudios encargados por la Administración para valorar su consumo y consecuencias, ya que sin duda es la sustancia después del tabaco y el alcohol (éstas dan para otro estudio), más consumida en España y en los países occidentales, enfocados a su prevención y erradicación incluidos en el Plan Nacional de Drogas que anualmente publica sus conclusiones, generalmente y por experiencia siempre van un lustro por detrás de la realidad.

Actualmente la marihuana figura como sustancia prohibida en el Catálogo de sustancias estupefacientes, psicotrópicos y precursores (Anexo II-LIsta IA), por lo que su cultivo, tenencia y consumo suponen a lo menos una infracción administrativa (tenencia y consumo en la vía pública) y tipificado su cultivo y tráfico en el código penal como delito contra la salud pública.

De diversos textos sobre sus efectos la experiencia de la gente con la marihuana varía mucho dependiendo de la potencia de la droga que se consuma, pueden oscilar entre la hilaridad y el silencio contemplativo, su toxicidad extrema es prácticamente imposible, aunque la investigación continúa, hay pruebas de que el consumo repetitivo de marihuana durante la adolescencia puede producir a largo plazo efectos en las funciones cerebrales, como los que controlan ciertos aspectos de la visión. Además, estudios recientes han indicado que el daño inducido por el THC afecta al aprendizaje y la memoria, y su uso prolongado en dicho periodo puede incrementar el riesgo de problemas psicológicos después.

Como se aprecia existe y existirá siempre una gran controversia entre legalización y prohibición, pues da para mucha literatura. Y que cada uno saque sus propias conclusiones, debería la clase política utilizar el título de este artículo, para despejar sus mentes, y como dijo Albert Hofmmann cuando descubrió el LSD en el año 1943 “…Me acosté y caí en un estado de embriaguez nada desagradable…Cuando más tarde salí al jardín… todo centelleaba y refulgía en una luz viva. El mundo parecía recién creado”.  Que tomen nota.