Contratos basura y contratos indecentes

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La presión hospitalaria no para de aumentar. Esta situación está pasando factura al personal sanitario. Durante casi un año se ha trabajado al límite: depresión, ansiedad, estrés, ataques de pánico, son algunos de los síntomas que presentan muchos de los sanitarios que se encuentran en primera línea. Hay varios estudios que concluyen que casi la mitad se encuentran en situación de sufrir algún tipo de problema mental, y muchos de ellos ya presentan patologías que les incapacitan para desarrollar su trabajo con normalidad.

Entre estos trabajadores sanitarios hay casos extremos. Lo normal, cuando les preguntas como se encuentran, es que te contesten “cansados, muy cansados”. Y que todo es un caos: atención primaria mal, las plantas peor, de las UCI ya ni hablamos. Un sistema colapsado.

Lo que realmente preocupa en estos momentos es que aumente el número de enfermos: mayor número de enfermos significa más ansiedad y más muertos. A pesar de todas estas dificultades la mayoría sigue trabajando bajo unas condiciones laborales dignas de un país en desarrollo.

Existe un tipo de contrato llamado “contrato covid”, especialmente aplicado al personal de enfermería. Se trata de un contrato precario, de seis meses y con el temor de que el cualquier momento los larguen a la calle. Además, con este tipo de contrato, te pueden trasladar a cualquier centro de salud u hospital. Si te niegas, no vuelves a trabajar para la sanidad pública durante un año. El salario base ronda los 1.300 euros, que con guardias pueden ponerse en unos 1.700 euros.

Estas personas están viviendo la muerte en primera persona, viendo como los hijos no pueden despedirse de sus padres, matrimonios que no se vuelven a encontrar, salvando vidas a duras penas, y son reenumerados de esta manera, con contratos obscenos.

No hay modelos carentes de perversión, eso no hay que olvidarlo. Y el mejor ejemplo lo tenemos en el contrato “indecente” firmado por un jugador del FC Barcelona y la directiva del club.

A cualquier ciudadano normal se le escapan las cifras: un total de 138 millones de euros por año, 11.5 millones por mes y 385.580 por día. Es decir, 16.066 euros por hora y 267 por minuto.

Muchos de los que viven de este circo justifican que lo tiene merecido, en parte por ser el mejor del mundo, ¿el mejor del mundo dando patadas a un balón? ¿por eso te mereces ese sueldo?

Otros justifican que lo que gana lo genera con creces, ¿en base a qué? A vender camisetas a 150 euros que cuestan fabricar 10, entradas de 300 euros para ver partidos que aburren a las marmotas, bonos de socios cada vez más caros, derechos televisivos que al final los paga el consumidor con cuotas abusivas, apuestas deportivas que están llevando a muchas familias a la ruina,… Por no hablar del poco interés que tiene una gran parte de la población por este “mal llamado” deporte, al que descaradamente te adoctrinan desde pequeño.

«Cuando pagas por una marca es porque te identificas con ella. Pasa lo mismo con los clubes». Así es el negocio del ‘merchandising’ del fútbol.

Que se lo digan a los que están salvando vidas con contratos basura y con parte de su estabilidad emocional mermada. Es, bien es cierto, que esto último no lo podemos aplicar a casi todos nosotros.