Decían que no

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Eso decían: que no. Que no era oportuno publicar un magazine independiente y plural. ¡Qué locura! No están, decían, los tiempos para este tipo de aventuras. La gente ya no lee, ya no le interesa nada, decían. La gente pasa de todo y son unos seres únicamente tecnológicos, de ver series de Tv y esas cosas. Decían que ya nadie querrá escribir, que compromete demasiado.

No va a colaborar nadie, hay otras prioridades para perder el tiempo, hay otras noticias más digeribles, más entretenidas. Nadie va a leeros, decían. Será un fracaso.

Bueno, puede ser que sí, pero la catástrofe no ha sido tan acertada. Mejor o peor, aquí seguimos, introduciendo contenidos en la medida de nuestras posibilidades, tratando de tener una opinión propia, y bastante satisfechos con los resultados.

Sin publicidad (¿por qué será?), sin otro medio que nuestra propia voluntad, la vuestra, que también es muy necesaria. Cometeremos errores, como humanos que somos. Aún así, nos sobran las ganas de seguir hacia adelante, desde la humildad y la honestidad.

Esto va para largo, aunque existan momentos de silencio no vamos a cerrar mañana. Somos pocos y deberíamos de ser más, ¡que poco valoramos la libertad de expresión en más de 140 caracteres!

En la mano de cada uno esta qué dirección tomar; esta será la casa de todos vosotros. Nos acercamos al artículo 500 después de un año de travesía por el “desierto” de las ideas. En tiempos tan complejos como los actuales, el esfuerzo y la pasión por tener una visión propia de nuestra sociedad no es sencillo. Hay que mojarse, arrimar el hombro para después no quejarse.

Desde nuestro punto de vista, no se había vivido en las últimas décadas un momento de tanta alienación como la actual. De alguna manera solo nos queda experimentar con una crítica practica, porque de alguna manera pensar diferente es un enfrentamiento directo contra el poder – da igual ya si es de derechas o izquierdas-, esto es una gran farsa a la que todos contribuimos con nuestro silencio. Aquí no hay ningún pensamiento político pero si una gran preocupación sobre el mundo que estamos creando para nuestros hijos y futuras generaciones.

Este tipo de iniciativas asustan, no son controlables. Surgen como una respuesta a la domesticación de la vida. No hay nada mejor para luchar contra esto que andar a nuestro aire, sin perdernos en batallas que acaban reforzando el control de unos y otros sobre todos nosotros.

Hoy vi a un hombre andar con elegancia por la calle. Llevaba su mascarilla puesta pero no había perdido la elegancia. Andaba despacio, la cabeza alta, sin desdén, sin sumisión. Era un hombre ya maduro, tuve la impresión que había vivido ya lo suyo. Llevo toda la tarde dándole vueltas a su actitud. Encontrase con una persona como esta es un motivo suficiente para considerar que el día ha valido la pena. Últimamente las personas andan deprisa evitando las miradas de los demás. De igual manera, muchos de nosotros hacemos lo mismo con nuestra vida: a toda prisa para no llegar a ningún sitio. Lo peor de todo es que la alternativa es que no hay alternativa. Todo se esta convirtiendo en una autentica prisión de los medios y las redes sociales. Por ese motivo merece la pena seguir apostando por el querer vivir, a ser posible, con dignidad. Y sí, esto es opinión, la información va por otros derroteros.