El Síndrome de la “Cara Vacía”

Comparte

Supongo que muchos de los lectores ya habrán oído hablar de este tema tan interesante. Si alguno se lo ha perdido voy a tratar de realizar un pequeño acercamiento a este “fenómeno” tan extraño.

Llevamos ya unos cuantos días en los que le uso de la mascarilla en exteriores, siempre que haya una distancia de seguridad prudente, no es obligatoria. Sin embargo, un servidor y muchos de ustedes habrán comprobado que casi todas las personas las sigue utilizando de igual manera. Es posible que alguno de ustedes sea una de esas personas. Escribo esto viendo el “Tour de Francia”, uno de mis deportes favoritos, y visualizando como la gran mayoría de las personas anima a los corredores sin el famoso tapabocas en la cara. Como me ha llamado la atención he tratado de informarme sobre el asunto. Por cierto, si alguno de ustedes se piensa que padece este “síndrome” no debe de preocuparse, todo tiene su explicación.

Según explican numerosos psicólogos, algunas personas han podido llegar a desarrollar una especie de dependencia a la mascarilla. Unos por miedo a contagiarse, otros porque se sienten más seguros detrás de una tela que esconde sus sentimientos, y muchos, la gran mayoría, porque después de tanto tiempo de medidas impuestas por las autoridades han perdido la capacidad de tomar determinaciones propias y correspondientes a su “libre albedrio”. Consideran también que “algunas” de estas personas son incapaces de tomar decisiones de cierta importancia en otros ámbitos de su vida, tanto personal como social.

Concluyen los expertos que, por un lado, puede tener que ver con un miedo de carácter obsesivo y descontrolado al contagio. Pero también puede ser debido al del temor a mostrarse de nuevo socialmente. “Los perfiles ansiosos, por ejemplo, podrían experimentar síntomas del Síndrome de la cara vacía con más facilidad que las demás”, subrayan algunos de estos expertos. En muchos de estos casos, es posible que estas personas dejen de salir para no tener que verse en el compromiso de mostrarse, que abandonen a sus círculos de amigos, etc .   

Lo cierto es que no que no hay un tratamiento “eficaz y concreto” para combatir este síndrome. Tomar medidas en ayudar al paciente a plantar cara a este síndrome seria una de las soluciones, y que es muy importante tener en cuenta qué origen tiene cada caso.

En lo que si están de acuerdo casi todos los psicólogos es que “la terapia será muy distinta si hay que enfrentar un perfil de miedo extremo al contagio, o si hay que trabajar con un miedo a la exposición, una baja autoestima o un mal concepto de uno mismo: Lo importante es no quedarse en la superficie y buscar los problemas anteriores que pueda haber debajo de ese Síndrome de la cara vacía”.

Esperemos que el paso del tiempo ayude a estas personas a superar un miedo, en muchas ocasiones infundado, y que toda la sociedad, especialmente los que reciben miradas inquisitorias por no llevar la mascarilla, puedan recobrar poco a poco su libertad, y armonicemos todos en una comunidad de personas realmente humanizadas.

Ángel Fernández