Los millonarios del Títanic y los descastados del mar Jónico

Comparte

En un rincón olvidado de la historia.

En lo más profundo de los mares, donde las aguas abrazan los secretos de la deshumanización, han ocurrido dos naufragios que marca la historia de nuestra estúpida especie. En un mundo donde las noticias tienden a sesgar su enfoque hacia lo que genera, según sus asquerosos principios, mayor atención y sensacionalismo, estas tragedias serán un ejemplo vívido de cómo los medios de comunicación pueden teñir la perspectiva colectiva y dar prioridad a ciertos eventos, según el estatus social y económico de los involucrados.

El primero de estos naufragios ha tenido lugar en los gélidos dominios del Atlántico Norte, donde los restos del Titanic yacen en silencio. Un grupo de adinerados turistas, atraídos por la fascinación histórica y el aura de la pasta, emprendieron un paseo turístico hacia los despojos del famoso transatlántico. Pero lo que prometía ser una experiencia memorable para estos privilegiados de la meritocracia se ha convertido en una pesadilla (lo único que nos iguala a estos individuos es la muerte). Las aguas engulleron el submarino turístico y los millonarios se vieron arrastrados hacia vete tú a saber dónde.

En paralelo, uno días antes en las aguas del mar Jónico, el naufragio de un barco miserable desgarraba los corazones de los de siempre. Cientos de personas, entre ellas muchos niños, se hacinaban en busca de un futuro mejor, escapando de la violencia, la pobreza y la opresión. El mar Jónico, testigo impasible de innumerables historias de migrantes extorsionados y humillados, se convertía en su tumba silenciosa. Las olas trágicas arrebataron los sueños y las esperanzas de aquellos que solo buscaban una vida segura y digna. Todo esto sucedía ante la pasividad de las autoridades marítimas de nuestra querida y malnacida Europa.

Sin embargo, los medios de comunicación no se han aferrado a esta historia con la misma intensidad. Aunque hay algunos informes sobre el naufragio y las vidas perdidas, estos se han visto eclipsados rápidamente ante la miseria del submarino turístico. Los destinos de aquellos que no poseían riquezas o influencia quedaran relegados a un segundo plano, sumidos en la indiferencia generalizada, como siempre.

La disparidad en la cobertura mediática, y en las labores de rescate, deja al descubierto una dolorosa verdad sobre la sociedad en la que vivimos. La importancia asignada a las vidas perdidas siempre dependerá de su estatus económico y social. Mientras que el naufragio del submarino turístico (1)  se convertirá en un símbolo trágico de la grandeza pérdida de unos privilegiados, el naufragio en el mar Jónico será solo un recordatorio desolador de la crueldad y la desigualdad que persisten en nuestro mundo de mierda.

En un rincón olvidado de la historia, así se recordara al pesquero hundido en las profundidades del mar Jónico.

  • Así sea, aunque suene cruel. 250.00 dólares por cabeza.